En algún lugar de su Rosa de los Vientos

De repente. Así cuenta Onda Cero que ha fallecido Juan Antonio Cebrián, director de La Rosa de los Vientos. A mí me hubiese gustado volver a escribir por aquí para contar mis proyectos, qué hago, algún trejemaneje político o algo de lo de la guerra de las televisiones, incluso que se me olvidó el Blog Action Day. No. No, porque las noticias no son buenas.

Yo me imagino que la gente suele tener alguna persona qué le hace querer creer o disfrutar de algo, por ejemplo del periodismo. Pues un infarto se ha llevado a esa persona para mí. Me hubiese gustado contar que vengo de la presentación de un corto que han hecho unos amigos, que me he reencontrado con gente que hacía años que no veía y que me lo he pasado en grande. Entonces, al volver a casa, la radio, cómo no, daba la fatal noticia. Su competidor en las ondas, compañero, amigo, Íker Jiménez lo relataba. Yo no me lo podía creer, hace un momento estaba feliz.

Pero, como en el fútbol, el gol que te clasifica para la final, y con el que tanto vibras, se desvanece cuando el contrario remonta y te manda a los infiernos. Es entonces cuando no sabes hacia dónde mirar, te pierdes entre los puntos cardinales. Con la muerte de Cebrián se diluye La Rosa de Los Vientos. He aprendido de la historia y a disfrutar de ella con la voz del director del programa. He conocido la forma de dudar de los misterios y los enigmas, a la vez que cómo apasionarme con ellos.

Yo decía que era mi hombre de la radio. Los domingos había maratón. Primero La Rosa de Los Vientos y, a las 4 de la mañana, Si Amanece nos Vamos, con Roberto Sánchez. Porque la radio es buena compañera, pero las verdades más duras te las suelta así, de repente. Puede parecer muy cursi, pero es así.

Me extendería más, pero tampoco es que tenga ganas de hacerlo, más adelante en frío. Dar el pésame a la familia, a sus compañeros y a todos sus oyentes. Espero que esté contento y feliz, como una lombriz, allí donde se encuentre.